Historia, fines y
estatutos

El Instituto del Corazón de Cristo (ICC) nace con la vocación de acoger y difundir todo el impulso que la manifestación del Corazón de Jesucristo ha supuesto en la vida de la Iglesia.

“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito” (Jn. 3, 16): “En la plenitud de los tiempos” (Gal. 4, 4), el “Verbo de la Vida” (1Jn. 1, 1) asumió una humanidad “en todo semejante” (Hb. 2, 17) a la nuestra, “menos en el pecado” (Hb. 4, 15). En su Corazón humano se operó la obra de la redención de los hombres. Y desde ahí, “el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm. 5, 5).

Historia

1. Desde los Santos Padres...

Entre los Santos Padres y escritores eclesiásticos antiguos, pronto se constató que el Apóstol san Juan había señalado al Corazón de Jesucristo como descanso (cf. Mt. 11, 29) amistoso en la Última Cena (Orígenes), como manifestación de la intimidad divina tras la apertura de su costado en el Calvario y como clave para entender las Escrituras (S. Agustín, Sto. Tomás de Aquino… cf. Catecismo de la Iglesia Católica nº 112).

2. Santos y Doctores...

Muchos santos y Doctores de la Iglesia han venerado el “secreto de su Corazón” (Santa Catalina de Siena) en la humanidad de Jesucristo: el Amor “impassibilis sed non incompassibilis” de Dios (San Bernardo), expresión de la “ternura divina” (Santa Gertrudis), un “Amor que no es amado” (San Francisco de Asís), que se ha hecho “amigo de sus amigos y ganoso de dar” (Santa Teresa de Jesús) de forma elocuente en el Misterio de su Sagrado Corazón (San Juan Eudes). En 1675, “ese Corazón que tanto ha amado a los hombres” se reveló a santa Margarita María de Alacoque, pidiendo la instauración de una fiesta litúrgica, y conduciendo hacia las prácticas de la hora santa, la reparación y la confesión y comunión de los primeros viernes de mes. Con la ayuda de santos jesuitas como san Claudio de la Colombière o el P. Jean Croiset, su devoción se extendió por toda Europa.

3. El Apostolado de la Oración

El nacimiento del Apostolado de la Oración (1844), y la creación del P. Enrique Ramière del “Mensajero del Corazón de Jesús” (1861) extendieron esta corriente espiritual a todo el orbe. La petición de consagración del mundo al Corazón de Jesús hecha a Pío IX, quien instituyó la fiesta del Corazón de Jesús en 1856, cristalizó en la encíclica de León XIII “Annum Sacrum” que pedía realizarla en todas las diócesis durante el jubileo del año 1900. Él mismo consagró al género humano el 11 de junio de 1899, comentando: “voy a realizar el acto más importante de mi pontificado”.

4. El Magisterio de la Iglesia

Desde entonces, los Papas han suscrito con su Magisterio que en el Corazón de Jesucristo se encuentra “la quintaesencia de la religión cristiana” (Pío XI), y los santos han encontrado en Él la expresión más acabada del “amor misericordioso” del Señor (Santa Teresita), que se encuentra vivo y palpitante en el sagrario, “Corazón eucarístico” de la Iglesia (San Manuel González). Multitud de institutos de vida consagrada y asociaciones de fieles se han congregado en torno a la irradiación de este Misterio insondable del Corazón del Salvador.

5. Haurietis Aquas

A la encíclica “Haurietis Aquas” de Pío XII (1956) siguió un movimiento teológico, con varios Congresos Internacionales, que se condensó en la creación de un primer Instituto Internacional del Corazón de Jesús con sede en los Estados Unidos (1963), y que tenía como fin renovar su culto, para mostrar que en Él se encuentra la “respuesta adecuada a los problemas que afligen al mundo actual”. Muchos de los grandes teólogos del Concilio Vaticano II participaron en los encuentros organizados por este Instituto. Entre ellos, el entonces cardenal Ratzinger, contaba que durante el congreso de Toulouse (1981), sintió “un fuerte impulso espiritual” que le movió a pedir una renovada “Cristología Espiritual” que superase el racionalismo teológico y fuese capaz de aglutinar contemplación, reflexión y predicación: “Mirarán al que atravesaron” (Jn. 19, 37).

6. San Pablo VI

San Pablo VI dedicó dos cartas (Investigabiles Divitias Christi y Diserti Interpretes) a recordar que esta espiritualidad era un importante medio para aplicar las enseñanzas del Concilio Vaticano II. San Juan Pablo II sintetizó el misterio de la redención como la plenitud del amor en el corazón humano de Cristo (cf. Redemptor Hominis  24) y nos recordó, al cumplirse el centenario, la importancia de la consagración del género humano al Corazón de Jesús.

7. Benedicto XVI y Francisco

Benedicto XVI, en el quincuagésimo aniversario de la encíclica de Pío XII, indicó que «la contemplación del «costado traspasado por la lanza», en el que resplandece la ilimitada voluntad salvífica por parte de Dios, no puede considerarse como una forma pasajera de culto o de devoción:  la adoración del amor de Dios, que ha encontrado en el símbolo del «corazón traspasado» su expresión histórico-devocional, sigue siendo imprescindible para una relación viva con Dios» (Carta al Prepósito Gral. de la Compañía de Jesús, 15-5-2006). Francisco ratificó todo esto con las hermosas palabras que dedicó al pueblo de Ecuador (8-7-2015), reconociendo “la valentía de consagrar la nación al Corazón de Cristo, ese Corazón divino y humano que nos quiere tanto”.

Esa misma senda, que aúna Teología, Espiritualidad y Evangelización es la que ahora pretende recorrer nuestro Instituto a la luz del prisma del Corazón de Jesucristo.

8. En España...

En España, también se recogió toda la tradición mística que invitaba a contemplar la interioridad de Cristo en el misterio de su Corazón (S. Juan de Ávila). Pero desde la promesa que recibió el beato Bernardo de Hoyos en 1733: “Reinaré en España, y con más veneración que en otras muchas partes”, el pueblo cristiano se ha orientado con creciente devoción hacia el Corazón del Señor. El movimiento consagracionista, que por primera vez tuvo como sujeto a una nación como Ecuador (1873), se extendió por otros países y llegó a España con la consagración realizada por el rey Alfonso XIII el año 1919 en el Cerro de los Ángeles. El Padre Mateo Crawley animó a que las casas y familias se consagrasen al Corazón del Redentor.  Se levantaron multitud de monumentos por toda la geografía nacional, entre los cuales fue pionero el soñado por san Juan Bosco, que se comenzó a erigir como templo expiatorio en el Tibidabo en 1902.

9. Seminarios y espiritualidad sacerdotal

Toda esa corriente espiritual, que animó la vida de multitud de cofradías y congregaciones populares, cuajó en los seminarios y en la espiritualidad sacerdotal, de manera que, durante la persecución religiosa de los años 30, muchos mártires morían pidiendo la paz de Cristo en el Reino de Cristo, a imagen de lo que habían hecho los cristeros en México la década anterior. El mes de junio se dedicó de forma especial al Corazón de Jesús, con el centro de su fiesta litúrgica, y multitud de elementos de la piedad popular promovieron la celebración de novenas, cantos y jaculatorias que se unían para clamar: “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío”.

10. Postconcilio

En los difíciles años del posconcilio, algunos jesuitas ejemplares como el P. Luis María Mendizábal, el P. Cándido Pozo o el P. Manuel Iglesias alentaron la vida de la Iglesia en España con multitud de publicaciones, ejercicios espirituales y obras apostólicas que tenían por nexo la Teología del Corazón de Jesús. El nacimiento del movimiento Reino de Cristo, con todos los grupos apostólicos asociados de parroquias y movimientos, la revitalización de diversos Santuarios nacionales y diocesanos o la proliferación de asociaciones laicales, de vida consagrada y sacerdotal, son algunos de los frutos que brotaron de las aguas de la fuente del Corazón del Salvador (cf. Is. 12, 3). 

11. Instituto del Corazón de Jesucristo

Más recientemente, la aprobación del Instituto Internacional del Corazón de Cristo en la diócesis de Coria-Cáceres por Mons. Francisco Cerro, permitió comenzar a aglutinar las iniciativas eclesiales que tenían por enseña fundamental el Corazón de Jesucristo. Además, a su amparo, surgieron diversas cátedras extraordinarias o aulas de teología en varios centros académicos eclesiásticos de Toledo, Getafe, Cáceres, Tenerife, o Barcelona.

En comunión con el Corazón Inmaculado de María, emprende su andadura el Instituto del Corazón de Jesucristo en la Archidiócesis de Toledo, erigido por el Arzobispo Primado Mons. Francisco Cerro Chaves, como una nueva asociación pública de fieles, con vocación católica, universal, para acoger este legado y ponerlo al servicio de toda la Iglesia. Sirviendo como órgano de comunión que, desde la síntesis teológica y espiritual que es el Corazón de Jesucristo en la historia de la Salvación

Fines

El ICC nace con la pretensión de impulsar, promover y coordinar las iniciativas que se orienten a la profundización teológica del Misterio del Corazón de Jesucristo, la comunión espiritual con los sentimientos y actitudes de “ese Corazón que tanto ha amado a los hombres” y la evangelización de los hombres desde la óptica de esta espiritualidad, tales como:

1.

La organización de congresos y jornadas que procuren la inteligencia iluminada por la fe de la Teología a la luz del Misterio del Corazón de Cristo.

2.

El patrocinio de instituciones académicas que acojan y difundan el tesoro de la Revelación del Misterio del Corazón de Jesucristo, v.gr.: Aulas de Teología, Cátedras Extraordinarias…

3.

La publicación de libros, artículos y obras de difusión popular que acerquen la Teología Espiritual a los fieles para aunar el conocimiento y la experiencia de la vida en el Corazón del Salvador.

4.

La colaboración con las entidades de la Iglesia Católica que tengan como rasgo identitario la configuración de la espiritualidad desde el Corazón de Jesucristo.

5.

El apoyo a iniciativas de fomento de la vida espiritual que tengan como foco central la luz que brota del Corazón del Redentor: ejercicios espirituales, simposios, retiros…

6.

La promoción de la piedad popular que se vertebra en torno al culto y la devoción por el Corazón de Jesús: la celebración de su Solemnidad, el mes de junio, novenas, subsidios celebrativos, música religiosa y arte figurativo, procesiones, monumentos…

7.

El desarrollo de iniciativas evangelizadoras que aprovechen la conexión del hombre contemporáneo con la espiritualidad que brota del Corazón de Cristo.

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