¿Quién es el
Corazón de Jesús?

Corazón es: el centro de la persona, símbolo de vida y humanidad, la sede del amor y de la ternura, es también el lugar de la sensibilidad y de la misericordia.

El Corazón resume así los rasgos más importantes de Jesucristo, tal y como nos lo presenta el evangelio: preocupado personalmente por cada uno (Lc 15), conmovido ante las necesidades (Mt 9, 35-36); llorando ante su amigo (Jn 11, 13); que mira bondadosamente y con apertura incluso al pecador (Lc 19, 9) y vivo y resucitado ante cada hombre brindando su amistad y sensible al mismo tiempo a su respuesta (Hch 9, 5).

En mi primera encíclica, sobre el tema del amor, el punto de partida fue precisamente la mirada puesta en el costado traspasado de Cristo, del que habla san Juan en su evangelio (cf. Jn 19, 37; Deus caritas est, 12). Y este centro de la fe es también la fuente de la esperanza en la que hemos sido salvados, esperanza que fue objeto de mi segunda encíclica.

Toda persona necesita tener un “centro” de su vida, un manantial de verdad y de bondad del cual tomar para afrontar las diversas situaciones y la fatiga de la vida diaria. 

Cada uno de nosotros, cuando se queda en silencio, no sólo necesita sentir los latidos de su corazón, sino también, más en profundidad, el pulso de una presencia fiable, perceptible con los sentidos de la fe y, sin embargo, mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo.

Por tanto, os invito a cada uno a renovar durante el mes de junio vuestra devoción al Corazón de Cristo, valorando también la tradicional oración de ofrecimiento de la jornada y teniendo presentes las intenciones que propuse a toda la Iglesia.

Benedicto XVI, 1 de junio de 2008

Vivir el cristianismo desde el Corazón de Jesús es vivir nuestra vida cristiana desde el amor y en trato personal con Dios Padre que nos lo ha dado todo en Jesucristo, Dios hecho hombre.